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Sobre el libro Designing Online Communities de T. Owens

Reseña: Designing Online Communities. How Designers, Developers, Community Managers, and Software Structure Discourse and Knowledge Production on the Web, de Trevor Owens

Nicolás Quiroga (InHus-UNMdP, CONICET, Argentina)

Reseña publicada en Revista Caracteres, 6,2, 2017

Owens, Trevor. Designing Online Communities. How Designers, Developers, Community Managers, and Software Structure Discourse and Knowledge Production on the Web. Peter Lang. 2015. 138 págs. 28,40€


Trevor Owens <http://www.trevorowens.org/> busca maneras de comprender transformaciones importantes en los modos en que se organizó y organiza la conversación online. ¿Cómo fue pensado el concepto “comunidad” y cómo incidió en la sociabilidad misma surgida en BBS, foros y otros ámbitos de discusión virtuales? La historia de los significados del término “comunidad” está troquelada desde nuestro presente: el pasaje de ideas sobre “mundo virtual” a “red social”.  Cualquier metáfora de movilidad (viaje, exploración, inmersión) se corresponde con el primer término, reforzando de distinta manera la certeza de que se trataba de otras cosas, distinta al mundo actual; cualquier metáfora relacional (contactos, nodos) se corresponde con el segundo. Son figuras polares de un continuo dibujado en la historia que va del modemismo a la web 2.0: mundos por descubrir donde las personas se encuentran y, por otro lado, perfiles individuales que se conectan.

Este libro forma parte de la serie The New Literacies and Digital Epistemologies de la editorial Peter Lang. Algunos temas desarrollados en este libro deben ser repensados en cualquier proyecto que aspire a historizar los archivos nacidos digitales o las sociabilidades inscriptas en entornos virtuales o medios digitales.

El enfoque de Owens para mapear sentidos de “comunidad” en el diseño de las comunidades online parte de un supuesto: el software que habilita la existencia de BBS, foros, online communities, etc., constituye un elemento fundamental en las características de la conversación. Esto es: no puede comprenderse la sociabilidad en línea sin analizar el software que la produce y gestiona. Bruno Latour es, en este plano, un autor muchas veces convocado, y la actor-network theory es un paraguas bajo el cual pueden leerse de mejor modo los procesos históricos relacionados con ocasionales agencias no humanas. Pero los fundamentos de este libro implican otra capa: Owens analiza manuales para ese software. La documentación que revisa es textual. No se trata de una investigación sobre modelado o programación de los paquetes de software y scripts “server-side” que habilitan la conversación, sino sobre los manuales que indican cómo ponerlos a funcionar. En este punto, el presupuesto inicial adquiere otro pliegue: sabemos que el software incide en las formas de las comunidades online pero las preceptivas de los manuales también lo hacen: los fines, valores, ideologemas y teorías sobre usuarios y comunidades, propuestos en esos (28) libros analizados, incidieron en las tácticas de los diseñadores, programadores, desarrolladores y community managers (administradores/as) de las comunidades realmente existentes. La crítica textual desplaza posibles netnografías y nos acerca al análisis de contenido y a las entrevistas. La conversación en línea tiene dueños y constricciones, el software la determina y los sysops definen protocolos de interacción situados.

Esta idea sirve para comprender la contingencia del TCP/IP pero se hace ominosa al compulsar los límites propuestos por los administradores de BBS de los 80 y primeros 90 contra las capas borrosas de metadatos de las redes sociales en la actualidad. Con esto quiero indicar que Owens, un poco por los objetivos de mayo alcance, otro poco por decisión metodológica, y otro poco por la propia historia de las formas de hacer algo online, nos puede contar mucho más sobre las fuertes relaciones entre manuales y comunidades online antes de la web 2.0 que sobre los diseños actuales regidos por contratos de conectividad y ponderadores de popularidad. Autoayuda, y no Utopía, es el género de las nuevas formas de conexión.

Las perspectivas que aspiran a profundizar nuestro conocimiento sobre la génesis de la web encontrarán en Designing…una excelente investigación y un buen texto de iniciación. Las propuestas por “desagregar” versiones míticas de los orígenes de la web o historias sagradas de la internet son fundamentales en la naciente historización de la conversación online (Don y Slater como propuesta temprana de investigación etnográfica; K. Driscoll sobre BBS; E. Medina o B. Peters para las historias nacionales de internet).  Este libro presenta el esquema de la investigación de Owens y desarrolla las relaciones entre las formas de pensar la noción de “comunidad” durante las BBS o la web temprana. Al hacerlo, contribuye notablemente para que podamos avanzar en la comprensión del momento actual.

Esa relación entre documentación revisada, período analizado, actores implicados y sociabilidades cruzadas hace que el capítulo sobre las BBS y la early web sea más frondoso que el resto. Hibridación sería un buen término para pensar un momento en el que personas con sociabilidades previas y tecnologías nuevas, tienen que pensar razones y normas para ponerse a conversar online.  En ese capítulo Owens dibuja una periodización para los sentidos del término “comunidad”.  A partir de la primera BBS (1973, California) hasta entrado el siglo XXI, Owens sostiene que hubo cuatro períodos de cambios en la tarea de definir a las comunidades online. En la era de las BBS (1978-1994), los manuales hablan sobre tecnología como un medio y los manuales eran más bricolaje que otra cosa (es conocida la familiaridad de las BBS y la radio afición), mientras que entre los primeros noventa y el 2000, dos maneras de concebir la conversación convivieron en los manuales estudiados: como democracia electrónica y como algo poseído (“dueños”, “administradores” y sobre todo “usuarios” antes que habitantes). Con el tiempo, dice Owens, emerge una definición técnica de comunidad, como un set of features.  De este período es también el término “comunidades online”, que ganó terreno a la idea de “mundo online”. La idea de “entrar” a un lugar fue reemplazada, hacia finales de los noventa, por la de comunidades virtuales y online, plataformas creadas a través de tecnología específica. Dice Owens, sin embargo, que la idea de “ciberespacio” continuó circulando pero su costado utópico coexistió con la certeza de que los mundos creados podrían ir en beneficio de cualquier compañía que los establezcan (comercial o servicial).  Un momento destacado en esta evolución de sentidos de un término se produce en los últimos años de los noventa.

El lenguaje cambió. Comunidad fue “muchos a muchos” o “uno a muchos”; se tiñó del lenguaje de base de datos y redes. Todo podía ser concebido como data model. Comunidad, dice el autor, se volvió la interacción entre un conjunto de scripts y una base de datos. La discusión se ocupó entonces del tráfico. Aparecen términos como ranking, status, privilegios, entre los que se perfilan una teoría del valor y una teoría de la motivación. “Privilegio” define lo que se puede o no se puede hacer. La administración de membresías reguló la comunicación y en el populoso mundo del foro la popularidad o el puntaje ordenaron la charla. La búsqueda de control y el ordenamiento de las funcionalidades y disposiciones taquigrafiaron las plataformas comunitarias que Owens ubica en los primeros años del 2000, antes de la era de las redes sociales (2006), y que relaciona con algunas herramientas muy conocidas para la gestión de foros.

En otro capítulo esta evolución se carga de análisis de contenidos. Al parecer, la experiencia de Owens como administrador de un foro de una conocida herramienta para organizar recursos para la investigación (Zotero), no solo dio forma a interrogantes sobre esos ámbitos de discusión y colaboración, sino que también contribuyó a estructurar las variables de análisis de este libro. El análisis de los manuales concibe el asunto (la gestión de herramientas para conversar online) como una topografía con tres ejes (usuarios, tecnologías, administradores), en la que hay que analizar tres aspectos: el diseño visual, las herramientas de moderación y los sistemas de reputación que estructuran las aplicaciones para emplazar las comunidades online.

El libro también dedica un espacio a las problemáticas implicadas en el archivo y en el modo en que deberíamos comenzar a pensar la imaginación técnico-político que surgió de la interacción de las comunidades virtuales. Las cuestiones historiográficas relacionadas con los archivos nacidos-digitales tocan algunos aspectos de este libro aunque no son asuntos centrales, en tanto sus fuentes son textuales, pero sobre todo debido al compromiso de Owens con la hipótesis de que la idea de usuario dibujada en la cabeza de los administradores es crítica para comprender la interacción en las comunidades online.

Solo a veces, dice Latour, una tecnología es un actor y este libro es un enorme avance en la comprensión de los primeros momentos en los que el software, permisos y controles, y las decisiones de los administradores ocuparon un lugar pocas veces atendido por enfoques celebratorios de las utopías inscriptas en esos ámbitos de sociabilidad. Aunque Owens se cuida de no reducir la experiencia de los participantes a variaciones de funciones maestras talladas en los programas de gestión de foros, el presupuesto sobre la valencia de los administradores inclina el interés por los aspectos formales o estructurales de la conversación (como si antes de lo performativo de las redes, tuviéramos que atender a la semiosis del código). De todos modos, estos asuntos no limitan la investigación de Owens ni la buena decisión de tomar prestadas algunas maneras de manual para alentar futuras investigaciones, al reescribir su tesis de doctorado y publicar este libro.

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